TRABAJAR CON NIÑOS ¿ABURRIDO O APASIONANTE?
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Es probable que si hablas con psicólogos y especialmente con psicoterapeutas experimentados te digan que lo más difícil es trabajar con niños y adolescentes. De hecho, antes de entrar en ese campo, lo recomendable es tener ya años de experiencia.El trabajar con niños puede parecer a simple vista algo costoso debido a las edades en las que trabajamos pero cuando te introduces en ese mundo te das cuenta que es algo que al final te llena. Los rasgos necesarios para ese trabajo son:
Es un rasgo fundamental si nuestro objetivo es ayudar a otro ser humano.
2.Apertura
La apertura es importante para promover la curiosidad intelectual y el interés tanto del mundo interno como externo.
3 – Asertividad
Los niños y pre-adolescentes toman con relativa facilidad modelos de referencia para sus ideales y conductas, es por esto que el profesional puede convertirse en uno de ellos.
4 – Autoestima:
Es frecuente que las personas que trabajan con niños reciban críticas, tanto de estos como (sobre todo) de sus cuidadores. Por lo que el profesional debe ser capaz de captar y aprovechar las críticas constructivas y no dejarse afectar por las destructivas.
5 – Capacidad de resolver problemas:
Este rasgo, no es solo el hecho de que pueda resolver problemas, sino también que pueda crear respuestas alternativas y barajar distintas hipótesis.
6 – Empatía:
En el caso de trabajar con población infantil y juvenil, empatizar a altos niveles, se puede hacer más difícil, no porque no se sea capaz de sentir las emociones del otro, sino porque puede resultar más difícil de comprender cómo una determinada situación ha afectado como lo ha hecho.
7 – Equilibrio emocional:
En estrecha relación con el autocontrol, consiste en evitar lo que coloquialmente se conoce como perder los estribos.
8 – Independencia:
La independencia jugaría un papel fundamental para que el niño y el profesional mantengan siempre una cierta distancia, evitando caer así en una relación dependiente, que sería en cualquier caso contraproducente.
9 – Flexibilidad:
La flexibilidad tiene que ver, por un lado, con la capacidad de aceptar distintas situaciones creadas en el contexto de la intervención, pero también con saber responder de manera creativa y novedosa ante los problemas que puedan surgir.
10 – Reflexibilidad:
La reflexibilidad, por un lado, se opone a la impulsividad, pero va más allá. El profesional debe ser capaz de entender sus impulsos y reflexionar sobre su estado en cada situación; esto le permitirá tomar decisiones de manera más objetiva y consciente.
11 – Sociabilidad:
El hecho de que el profesional pueda de manera cálida y desenfadada socializar con el joven permitirá la construcción de una buena relación terapéutica.
Cabe añadir, que en el caso de trabajar con niños y jóvenes, este nivel de sociabilidad debe ser ligeramente más acentuado que en el caso de trabajar con adultos.
12 – Tolerancia ante la frustración:
En el caso de niños y adolescentes es un hecho muy común que pongan a prueba al profesional que tienen delante para valorar su confianza. Ante estas conductas, el profesional no debe reaccionar con castigos ni amenazas.
13 – Capacidad de establecer vínculos:
Dado que la psicoterapia se basa en esencia en la relación y alianza terapéutica (aún más en el caso de trabajar con niños y adolescentes), que el profesional sepa querer y cuidar a la otra persona es básico, pero siempre respetando la libertad y la autonomía, además de preservando la independencia, como ya hemos comentado.
14 – Capacidad de resolución de duelo:
El duelo no hace solo referencia al estado fruto del fallecimiento de personas cercanas. También puede surgir cuando dejamos atrás a amigos, etapas de nuestras vidas, experiencias, familiares, amores, etc.
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