El fracaso escolar es más frecuente entre los alumnos que están enganchados a Internet

El 89% de los jóvenes reciben un teléfono móvil antes de cumplir los 13 años. La tecnología en los últimos años ha tenido un gran avance y siempre a mejor, pero hay que tener un buen uso de ella porque engancharse a Internet, al ordenador o al teléfono móvil puede repercutir en los resultados académicos.

Un estudio realizado por los investigadores de la UAB, el Institut Català de la Salut y Blanquerna, han analizado la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación en 5.538 estudiantes de secundaria del Vallès Occidental durante el curso 2010-2011. Y sacan una conclusión clara: los adolescentes que pasan tres horas diarias enganchados al ordenador realizando cualquier actividad cómo comprar por la red, actualizar facebook, subir una foto a la red, etc tienen mayor fracaso escolar. A partir de las tres horas diarias, el fracaso se dispara y afecta al 29% de los alumnos.

Pero sin embargo, ¿ los alumnos que nunca acceden al ordenador son los más listos? Resulta que no. Los alumnos que no acceden al ordenador u otros medios también tienen un rendimiento bajo.

En el día a día, el móvil es más utilizado por los estudiantes que un ordenador. La mayoría de personas tienen un móvil con acceso a Internet, con WhatsApp y otras redes sociales interesantes. Estas nuevas innovaciones son un gran invento para el ser humano pero, igual que todo, tiene sus desventajas y lo que no podemos hacer los seres humanos es depender de un aparato electrónico, sino tener un buen uso de él.

En conclusión, ¿ son malas las tecnologías?- En absoluto, aunque se necesitan campañas para que los estudiantes de primaria y la ESO tengan un buen uso de ella y al mismo tiempo mejoren en sus estudios. Los padres, por su parte, deberían tener en cuenta el uso que hacen sus hijos en Internet . Es así que dos tercios de los jóvenes de 15 y 16 años navegan solos y el 62% no tiene normas para acceder a la red.

                                                Fuente: La vanguardia
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